Rakovsky: el principal problema es el método en el partido
Diego Farpón
Nos encontramos ante una nueva carta de Rakovsky desde Astracán para Trotsky. Rako vuelve a la carta que escribió a Preobrazhensky y señala abiertamente lo que, a su juicio, debería ser el problema principal a afrontar por la Oposición: el problema del método en el partido.
Publicada en los Cahiers León Trotsky, nº18.
Astracán, 27 de mayo de 1928
Querido amigo,
Si has recibido mi carta en la que resumía (aunque quizás no con suficiente claridad) mi respuesta a Yevgeni Aleksandrovitch, el motivo de la reserva que expresé en mi telegrama con respecto a un acuerdo de principios debería estar ya bastante claro para ti.
En primer lugar, sitúo los métodos de dirección en el partido, la clase y el Estado. Cuanto más observo nuestra vida en el partido y en el Estado, y cuanto más estudio a Lenin, más llego a esta conclusión. «El régimen del partido» (para mí el significado de estos términos tiene un sentido mucho más amplio, y por eso no me gusta utilizarlos), así que » el régimen del partido» al que se le ha dado en la plataforma el mismo lugar que a las otras secciones, debe ocupar de hecho el primer lugar. Sólo así se puede comprender todo el problema: tanto el de fuera como el de dentro, el de la Internacional Comunista, el del partido, el del sector privado, el del Estado, el de la agricultura, el de la industria. Es obvio que ni siquiera se me ocurre negar que el «régimen de partido» es también producto de tales o cuales cambios dentro de las clases sociales. Pero el problema de los métodos de dirección adquiere un significado particular porque se trata de un ámbito en el que nuestra acción creativa puede, hasta cierto punto, ponerse en práctica más fácilmente. Esto se debe a que todo depende de nosotros, o al menos depende más de nosotros -el partido- que el resto de las áreas. En segundo lugar, porque, como expliqué en mi carta a Preobrazhensky, estos métodos son la condición previa para poder elaborar y aplicar una política justa en todo tipo de cuestiones.Así es como me imagino la declaración a la Internacional Comunista (obviamente son algunas ideas básicas):
«En el momento de nuestra declaración al XV congreso del partido, dijimos que, aunque estamos fuera del partido, no consideramos que estemos liberados de nuestras obligaciones como comunistas. Por lo tanto, continuamos, desde nuestros lugares de deportación, siguiendo con el mayor interés la marcha realizada por el partido y la Internacional Comunista. Estamos consecuentemente dispuestos a hacer todo lo posible y a prestar todo nuestro apoyo a cualquier empresa que conduzca, sin grandes sobresaltos, a la reorganización del partido y de la Internacional. De hecho apoyamos sin reservas todas las acciones llevadas a cabo por la dirección del partido y el Comité Ejecutivo de la Internacional comunista para conducir al partido, a la IC, a la clase obrera y al Estado soviético por el verdadero camino trazado por Lenin. Consideramos, sin embargo, que nuestro deber como comunistas es declarar que los pasos dados parecen insuficientes y condenados al fracaso si el partido no saca todas las consecuencias de las tristes experiencias de los últimos años y especialmente de los últimos cuatro meses.
Los peligros que amenazan la construcción del socialismo y que provienen del capital privado, sobre todo del kulak -ya ha manifestado claramente su oposición- provocó un aumento de las tensiones internas en el partido, así como luchas fraccionales. Ahora son reconocidos por la mayoría -o al menos una parte importante- del partido y de su dirección. Sin embargo, la política de aislamiento del kulak, así como la organización de los koljoses, y sobre todo la política económica soviética en su conjunto -la única política que puede garantizar la libertad de maniobra del Estado en el campo del abastecimiento- no pueden lograrse sin la participación activa de los campesinos pobres y su organización. Pues esta política se vería entonces privada de su base política fundamental y tampoco tendría las condiciones económicas necesarias sin una aceleración del ritmo de la industrialización del país (tesis de Preobrazhensky, tuya y mía complementaria sobre la organización de la pobreza). Queda la pregunta principal, aquella para la que el partido aún no ha dado una explicación. ¿Por qué se cometieron errores tan grandes en nuestra política en el campo? ¿Y por qué han tenido que pasar dos crisis tan terribles para entender las razones de las mismas, aunque sea parcialmente? Crisis del partido, primero, con la expulsión de miles de leninistas, seguida de la deportación de cierto número de ellos. Crisis económica a continuación, con el colapso de los suministros, un colapso que sólo los fraccionalistas y oportunistas endurecidos pueden atribuir al hecho de que la atención del partido estaba totalmente absorbida por un supuesto debate en el partido, o a errores accidentales del aparato. Una crisis que amenazó con incalculables daños a la economía y la política del país (descontento por el hambre en las ciudades, caída de la actividad industrial, ruptura o hundimiento del monopolio del comercio exterior).
¿Por qué, finalmente, el partido fue llevado a una situación tal que, para proteger al país de una catástrofe inminente, tuvo que llevar a cabo y volver a las medidas administrativas del comunismo de guerra: vaciar no sólo los graneros de los kulaks, sino también los sacos de los campesinos pobres, mientras lanzaba amenazas contra la campaña de siembra y contra la unión entre el proletariado y los campesinos?
Todo esto fue el resultado de métodos falsos de dirección, causados por el desprecio de las enseñanzas de Lenin sobre las tareas de la dirección del partido y la conducta del propio partido, como dictadura proletaria, hacia los trabajadores y las masas trabajadoras. También fue el resultado del desarrollo del burocratismo soviético y su penetración en el aparato del partido que, a medida que crecía, se contaminaba con los peores hábitos del funcionariado y la democracia pseudodemocracia parlamentaria, en detrimento de la auténtica democracia obrera.
La consecuencia inevitable de todo esto: la dirección del partido se ha aislado del propio partido y se ha transformado en un apéndice del aparato, que a su vez ha pasado de educador a «comandante». De ahí el aislamiento del partido de la clase obrera, que va de la mano de la descomposición interna de los propios miembros del partido. De ahí también la entrada en el partido de las reivindicaciones específicas y pequeñoburguesas del Nepman. Lenin enseñó que sólo la práctica de las acciones revolucionarias y los movimientos de masas podían servir para verificar la teoría revolucionaria del marxismo-leninismo. Pero tal control se ha vuelto imposible como resultado de la burocratización y sólo cuando el agravamiento de las contradicciones de clase conduce a conflictos abiertos empezamos a darnos cuenta, e incluso entonces sólo en parte, de nuestros errores. Así, en contra de la regla de que dirigir es prever, descubrimos que no existe la previsión y que sólo a raíz de las calamidades hemos empezado a buscar a tientas los caminos correctos de Lenin.
Uno de los peores males ha sido la penetración de estos mismos métodos en la dirección de la IC y de los PC extranjeros. Estos últimos, en sus luchas espontáneas contra el imperialismo, están en una posición mucho mejor que el PCR (b) para mantener la línea de clase proletaria. Mientras que el PCR (b), que representa no sólo el partido del proletariado, sino también el partido dirigente del primer Estado soviético, se desarrolla en condiciones internacionales e internas extremadamente duras y está sometido a influencias no proletarias e incluso antiproletarias. Estos partidos extranjeros podrían haber desempeñado, por tanto, un papel moderador y, en ocasiones, haber corregido las valoraciones erróneas de nuestro partido. Pero no lo hicieron y su prestigio sólo sirvió para encubrir los errores cometidos por nuestro aparato.
El giro a la izquierda de la IC, cuyos resultados positivos se manifestaron en las elecciones en Alemania, no puede, sin embargo, ser sostenible si no hay un cambio en la IC así como en cada uno de sus partidos, especialmente en los métodos de dirección, y si toda la masa del partido no se involucra efectivamente en el trabajo y la dirección del partido. Además, sólo así podemos descartar lo que, a primera vista, parece paradójico -pero que en realidad es perfectamente explicable por la perversión burocrática de la dirección del partido. Se trata del siguiente fenómeno: mientras el interés por el partido comunista crece entre el proletariado y se multiplican también considerablemente los votos a su favor, el número de miembros de los PC aumenta lentamente o bien no se mueve en absoluto, o incluso disminuye.
La amenaza de una coalición imperialista general contra la Unión Soviética nunca ha sido más fuerte que en los últimos años (pero también en los últimos meses). Mediante el Tratado de Locarno y otros tratados de «no agresión», etc., mediante los acuerdos industriales y la eliminación, aunque sea provisional, de una serie de contradicciones políticas y económicas entre los estados capitalistas, los esfuerzos de Inglaterra por construir un bloque antisoviético se han visto facilitados. Nunca antes la estrecha dependencia mutua entre la Unión Soviética, el primer Estado proletario, y el movimiento obrero revolucionario mundial había sido tan evidente y tan convincente. Los errores que cometemos en el campo de la construcción del partido y del socialismo repercuten inevitablemente en la política de la IC y viceversa, es decir, la política equivocada de la IC repercute también en la política de nuestro partido y de nuestro Estado.
Las aventuras insensatas del tipo de Estonia y Bulgaria son un producto directo de la acción de la burocracia y de la ignorancia en cuanto a la interpretación de la situación revolucionaria en Alemania y China: tienen un peso idéntico en el movimiento obrero y facilitan así el intento de cercar a la Unión Soviética».
Repito, no pretendo escribir una tesis, sino sólo responder, desde mi punto de vista, a la tesis sobre la paralización de la revolución internacional. Sin embargo, hay que destacar, también aquí, el lado subjetivo de este momento, ya que, objetivamente hablando, tú tampoco mantuviste que la línea correcta en Alemania y China podría haber conducido incuestionablemente a la revolución. Sólo argumentabas que esta línea podría haberla hecho más fácil, en la medida en que dependía de nosotros.
«Siempre hemos comprendido lo peligrosa que es la lucha fraccional para el partido, la clase obrera, la IC y la Unión Soviética. Tanto en el interior como en el exterior, siempre nos hemos opuesto a un segundo partido ( ver la directriz del 15 de enero), ya que esto sólo podría facilitar la acción de nuestros enemigos. Sin embargo, la lucha fraccional fue el resultado directo de los métodos erróneos empleados por la dirección del partido y la eliminación efectiva de todas las garantías incluidas en los estatutos del partido y que son la condición misma de la existencia del partido comunista como partido de la clase obrera.
Sólo el restablecimiento de un régimen normal en el partido y el respeto de sus estatutos eliminarán el peligro del faccionalismo.
Estamos dispuestos a colaborar con el Comité Central para lograr este objetivo después de haber retomado nuestro lugar en las filas del partido, etc».
Este es más o menos el sentido de lo que me pareció que había que decir. Tal vez eso no sea todo. Todo ello, por supuesto, con tranquilidad, sin arrogancia ni cólera -no creo que esta cólera exista ni siquiera entre nosotros, los camaradas que más sufrimos al ser deportados y que, más que otros, hemos sido sometidos a todo tipo de penurias, pero también, sin hipocresía.
No oculto las dificultades que entraña la preparación de un discurso así. Sólo tendría sentido si fuera una acción colectiva y no una o dos docenas de camaradas. Además, habría que estudiarlo muy seria y profundamente, y estudiar la experiencia de los últimos cuatro meses.
***
Recibí una postal de Iv Nik, pero no me dice lo que su familia envió desde Moscú -que le autorizaron a ir a recibir tratamiento (donde, no sé exactamente).
Últimamente no he recibido más cartas, salvo un telegrama de Smilga y Netshayev en el que me informan de que desaprueban la propuesta de Ev A. Ah, se me olvidaba; he recibido una carta de Sopr [ilegible] y de Rosengaus (este último me pregunta qué sé del telegrama de Radek sobre la Leninbund). En algunos sectores corre el rumor de que está escribiendo una «declaración». Pero de la carta de Kasparova se desprende que se dirige a escribir un libro, en Tomsk, durante dos o tres años. No he visto nada de el. Tania recibió de Rosengaus el texto de su protesta contra la deportación de dos de sus camaradas de Yeniseisk a «agujeros sucios». Nos pidieron que nos uniéramos a ellos. Escribí una carta al comité central, pero con mis razones y deducciones. La semana que viene A G se irá de nuevo. Sigo trabajando duro, ya que me hice cargo de Saint-Simon para ganar un poco de dinero. Por lo que respecta a mí, iré a Kislovodsk durante un mes y medio en julio. Es absolutamente necesario que me cuide. Aqui el calor y el polvo han comenzado. Los ataques de malaria no se han vuelto a producir, pero a veces tengo dolores de cabeza (una vez, duró tres días seguidos) y me pregunto si esto no es también una forma de malaria. Desde el 1º de mayo ya no recibo L’Humanité; hice los trámites para renovar la suscripción. Así que, mientras tanto, mañana te enviaré sólo los periódicos alemanes e ingleses.
Os abrazamos a todos.
Ton Khristian
Pd. Te envío mi carta, pero si la consideras útil, puedes reenviarla a los camaradas.
Pd. Le escribo por separado a Ljova, pidiéndole que me envíe una copia de mi carta sobre las relaciones angloamericanas. Sería maravilloso que surgieran complicaciones entre los americanos y los japoneses. Aunque a Tanaka le pican las manos, acabará aceptando algún tipo de compromiso con los americanos.
Los ingleses, se callaron, dedicándose tranquilamente a sus asuntos. Durante los años 1925-1927, los japoneses consiguieron expulsarlos del mercado chino. Ahora los ingleses tratarán de recuperar el tiempo perdido. El hecho de que el conflicto entre Japón y China se prolongue les favorece incluso políticamente.