Cartas de AstracánLa Oposición

Rakovsky y los métodos de dirección en el partido, la clase y el Estado

Diego Farpón

Esta carta, que sitúa los problemas de la construcción del socialismo y la degeneración del proceso revolucionario y del propio partido, es la sexta de las enviadas por Rako a Trotsky desde Astracán. Como las anteriores, ha sido traducida desde el nº18 de los Cahiers León Trotsky.


Astracán, 18 de mayo de 1928

Querido amigo,
He respondido a tu telegrama que recibí hace tres días. Seguramente ya has recibido mi carta del 10 de mayo, así como los periódicos extranjeros (un paquete) de hace casi un mes. Por el momento, y hasta nuevo aviso, me he librado de la malaria. La enfermedad me ha cansado un poco, siento la necesidad de un permiso y un tratamiento, pero no sé si podré dar algún paso para obtenerlos y ni siquiera sé si lo intentaré.
El estudio del enorme expediente sobre la educación nacional en la región de Astracán me llevó mucho tiempo y energía, al igual que la redacción del informe, que adquirió las proporciones de un folleto impreso de cuatro páginas. Dudo mucho que alguien lea algo más que las conclusiones y propuestas.
De Iv N a quien escribí una larga carta hace más de un mes, y para el 1º de mayo envié un telegrama (como a todos los demás), no he tenido respuesta. Es posible que consiguiera ir a Tiflis para ver a un médico (no puede soportar una altitud de 2000 metros debido a su corazón). Recibo regularmente cartas de Kasparova y también de Belob. Respondí a Preobrazhensky con una larga carta de 16 páginas. También me llevó a escribir sobre el mismo tema a Belob, que se fijó precisamente en ese aspecto de la crisis del partido y del país que me llama especialmente la atención.
Como no puedo copiar, resumo mis ideas principales lo más brevemente posible:
1. Preobaj había tomado nota de las nuevas medidas políticas adoptadas en relación con el campo y el kulak, aunque exagerando mucho su importancia. Dejó de lado una serie de procesos escandalosos que son síntomas de gran importancia de la desintegración que se ha apoderado del partido, de los sindicatos y del propio país.
2. Sólo se puede hacer una apreciación justa si se aborda la complejísima situación dentro y fuera del partido desde un punto de vista político. Cualquier otro enfoque corre el riesgo de dejar fuera 9/10 hechos auténticos. La única manera justa de abordar el problema es políticamente: no se trata de hacer filosofía de la historia, sino de poner de manifiesto y corregir los errores que han conducido a la situación actual.
Lenin ya había señalado que para hacer un balance global hay que tener una actitud política, ya que la política no es más que economía concentrada.
3. En cuanto a la cuestión de los métodos de dirección por parte de los dirigentes de la cúpula del partido, del propio partido, de los sindicatos y del aparato del Estado, adquiere una importancia capital. Sin métodos correctos de dirección, es decir, sin métodos comunistas y proletarios, es imposible encontrar la línea de conducta más correcta en las distintas ramas de la actividad política y pública (industria, agricultura, política comercial, Internacional Comunista, política exterior), en este sentido incluso nuestra línea (la línea de la Oposición) podría haber tenido importancia, como una línea relativamente correcta. Pero si, por casualidad (basándose en el conocimiento de los hechos y en las tesis marxistas-leninistas irrefutables), se puede tener una línea de conducta correcta, esta línea, en presencia de los métodos incorrectos, se distorsionará y llevará a la dirección del partido y del aparato del Estado (y de los sindicatos) a resultados diametralmente opuestos (pseudocooperativas en lugar de cooperativas – y kulkhozes en lugar de koljoses (esto es de Pravda)). Sólo en Ucrania se disolvieron más de 1500 pseudocooperativas de kulaks con 1000 tractores.
4. La causa de todo esto es que nuestros dirigentes de la cúpula han olvidado la enseñanza de Lenin sobre el Estado en general y la dictadura del proletariado en particular, a pesar de que esta enseñanza se encuentra en el corazón del bolchevismo y representa el aspecto del marxismo que el propio Lenin consideraba como la contribución más importante de Marx y que él mismo desarrolló posteriormente.
5. El papel de la dictadura del proletariado es romper el aparato del Estado burgués zarista y burocrático. Es decir, no se trata sólo de sustituir a la burocracia por el centralismo de los soviets; a los antiguos funcionarios zaristas de la nobleza, el clero y el campesinado acomodado, por los obreros y campesinos (de las clases pobres y medias), sino que se trata de extirpar los viejos hábitos: el centralismo del aparato, el formalismo, la burocracia, la falta de atención hacia los intereses de las masas, la falta de respeto hacia los trabajadores, el abuso de poder, la violencia, la grosería, la corrupción, el soborno.
La dictadura proletaria es también implacable con las prácticas de la democracia parlamentaria burguesa, en la que los abusos, la violencia y la corrupción se presentan bajo el disfraz de «democracia electoral» y «libertad de expresión», donde la fuerza brutal del gendarme zarista toma la forma de procedimientos «parlamentarios». Estos procedimientos, la manipulación de los hechos entre bastidores, las intrigas, el amaño de las elecciones, el control de la prensa por parte de camarillas y grupos oligárquicos, el despojo de los derechos de los trabajadores, la utilización de todo lo que da a la burguesía la posesión del capital, del aparato del Estado, de la prensa, de la escuela, etc.
6. Destruyendo el aparato y las prácticas del viejo Estado, tanto democrático como absolutista (en lo que respecta a Rusia, el papel de la dictadura del proletariado es no permitir que las instituciones electivas vayan acompañadas de prácticas pseudodemocráticas), la dictadura del proletariado busca educar y desarrollar hábitos dignos de una «democracia obrera consciente», para acercar el aparato y fundirlo con las masas trabajadoras. Esta forma nueva y superior de gobierno del aparato de Estado parece ser también temporal, ya que el propio Estado, con la desaparición de la lucha de clases, desaparece mediante la extinción gradual de sus funciones.
7. En la medida en que, durante un período de tiempo indeterminado (una situación difícil en el interior debido a la existencia de la economía capitalista privada, de NEP y del entorno capitalista en el exterior), la dictadura del proletariado se realiza a través del partido, a éste le corresponde asumir todos los problemas antes mencionados relativos tanto al viejo Estado como al nuevo Estado soviético.
8. Lenin ya llamó la atención sobre las condiciones elementales que el partido debe tener en cuenta a la hora de dirigir a las masas obreras y a los trabajadores en general, para ayudarles a ser efectivamente la dirección de la vanguardia revolucionaria: el partido debe estar cerca de las masas, debe incluso fundirse con ellas. Debe tener en cuenta lo que ocurre en los procesos económicos objetivos, lo que piensan los trabajadores, y comprobar su línea en el movimiento revolucionario real y también en el movimiento real de las masas.
En las condiciones de la dictadura del partido, un poder gigantesco se concentra en las manos de la dirección, un poder que ninguna organización política ha conocido en la historia. Por eso es más necesario que nunca preservar los métodos de dirección comunistas y proletarios, porque cualquier desviación, toda hipocresía, repercute en toda la clase obrera y en la República.
10. Nosotros, me refiero a los miembros dirigentes, nos hemos visto obligados a extender gradualmente la actitud negativa de la dictadura del proletariado hacia la pseudodemocracia burguesa a aquellas garantías elementales de la democracia consciente en las que se basa el partido y mediante las cuales debe dirigirse la clase obrera y el propio Estado. Por el contrario, bajo el régimen de la dictadura del proletariado, cuando -como ya se ha dicho- un poder sin precedentes se concentra en las manos de los dirigentes de la cúpula, violar esta democracia es un gran mal y una grave falta.
11. Lenin ya nos advirtió contra la contaminación de nuestro Estado obrero por «deformaciones burocráticas». El miedo a ver el propio partido contaminado por éstas siempre le preocupó, hasta los últimos minutos de su vida. Repitió más de una vez cuál debía ser la relación entre la dirección y el partido, entre el partido, los sindicatos y las masas trabajadoras («correas de transmisión» – Pravda). Recordemos sus enérgicas protestas contra los actos de brutalidad (coacción física, etc.), los fallos de ciertos dirigentes, que a primera vista son inofensivos y que apenas explicarían la indignación de Lenin si no tuviéramos en cuenta precisamente su deseo de mantener en el partido otros métodos de dirección. Recordemos su apasionado llamamiento a favor de la cultura (la lucha contra la moral asiática) y, finalmente, todo lo que planeó al crear la Comisión Central de Control.
12. En vida de Lenin, el aparato del partido no tenía ni una décima parte del poder y la fuerza que tiene hoy (su crecimiento ha sido enorme) y es por ello que todo lo que Lenin tanto temía se ha vuelto decenas de veces más peligroso.
13. El aparato del partido ha sido contaminado por las deformaciones burocráticas del aparato del Estado y por todas las deformaciones engendradas por la falsa democracia parlamentaria burguesa. El resultado es un liderazgo que, en lugar de una democracia partidista consciente, da:
a) Una falsificación de la teoría leninista que se utiliza para consolidar la burocracia del partido.
b) Un abuso de poder que, en relación con los comunistas y los trabajadores, en las condiciones de la dictadura del proletariado, sólo puede asumir proporciones monstruosas.
c) La falsificación de toda la maquinaria electoral.
d) El uso en el debate de métodos que el poder burgués y capitalista puede glorificar, pero no un partido proletario (silbidos, lanzamiento de diversos objetos a la tribuna, etc.).
e) La ausencia de espíritu de equipo, de buena camaradería en las relaciones, etc.
14. Resultados: aislamiento de la dirección en el partido, aislamiento del partido, que ha caído en un verdadero letargo, en el seno de la clase obrera; ruptura de ésta con la vanguardia revolucionaria del partido; influencias ejercidas por ciertos especialistas (a pesar de su escaso número), procedentes de la capa pequeñoburguesa del partido, posibilitadas por el aislamiento y el silencio de la cúpula; corrupción de los miembros del partido (el asunto de las minas lo atestigua). Todo esto hay que tenerlo en cuenta para entender la situación actual.
Hemos creído y seguimos creyendo en la posibilidad de una recuperación del partido. Si, en la situación actual, no estamos en condiciones de ayudarlo activamente, no debemos perjudicarlo, es decir, no debemos obstaculizar su recuperación desde dentro bajo la presión de las masas trabajadoras. En la resolución sobre el asunto de la minería, se reconoció una gran sensibilidad revolucionaria y conciencia de clase entre los trabajadores. En cuanto al partido, la resolución constata el «debilitamiento» de ambos.
La propuesta de Preobraj. No sólo están contaminados por las tendencias oligárquicas (ignoran a todos los excluidos y prefieren poner las firmas de una docena de camaradas después de la suya). Se trata de algo descaradamente contraproducente y, por tanto, frustran los esfuerzos del propio partido por mejorar. En cuanto a la línea [ilegible] y la «autocrítica», las he sometido en mi carta a un análisis separado. Doy aquí un cuarto de mi carta a Preobrazhensky.
No tengo más noticias que darte, porque yo mismo no tengo ninguna. Sólo sé que a Radek se le ha permitido establecerse en Tomsk y a Smilga en Minusinsk. El silencio de Radek y su telegrama en Pravda no son del todo coincidentes (pienso en su carta y su mea culpa). Pero puede que no vaya más allá. A finales de mes, Al Georg regresa a Moscú. Ella escribe por separado a Natal Ivanovna. Un beso muy fuerte a todos. Te envío un paquete de periódicos. El 1º de mayo recibí un telegrama de felicitación de un grupo de trabajadores de Neglinka de Moscú.