Rakovsky: miseria en la URSS y desgracia de la Oposición
Diego Farpón
Esta breve carta toca distintos temas. Todos se explican por sí mismos: la preocupación por la pobreza en la URSS, algo que ya hemos visto en otros textos de Rako; la situación internacional y la represión a las/os comunistas.
Trotsky sufre, dice Rakovsky. Esto dejaremos que lo explique el propio Trotsky:
«En 1928 mi hija menor Nina, cuyo marido fue encarcelado por Stalin hace cinco años y todavía se encuentra incomunicado, debió ser hospitalizada, poco después de que yo fuera exiliado en Alma Ata. Se le diagnosticó una tuberculosis aguda. Me dirigió una carta puramente personal, sin la menor mención de cuestiones políticas; ustedes la detuvieron durante setenta días, de modo que cuando le llegó mi respuesta ella había muerto. Tenía veintiséis años». (Trotsky, el suicidio de mi hija, 1933).
Nina, que murió el 9 de junio, había escrito a Trotsky el 20 de marzo. No le entregaron la carta a Trotsky hasta el 1 de junio. Quien había sido el marido de Nina, Man Nevelson, sería asesinado en 1937.
Astracán, 14 de junio de 1928
Querido amigo,
Estoy muy triste cuando pienso en Ninotchka, en ti y en todos vosotros. Llevas mucho tiempo cargando la pesada cruz de revolucionario marxista y hoy, por primera vez, sufres como padre. Estoy contigo de todo corazón y solo me arrepiento de estar tan lejos. Telegrafiaré definitivamente a Al Georgievna. Tus amigos deben ser capaces de reemplazar, al menos en parte, a la pobre niña.
En verdad, lo absurdo de nuestras propias desgracias es insondable. A menudo uno se asombra de su alcance. Probablemente te hayan contado las absurdas medidas a las que fueron sometidos tus amigos después de tratarte tan tontamente en Moscú.
Llegué al piso media hora después de que te fueras. En el salón había un grupo de camaradas, la mayoría mujeres, y en el centro sólo Muralov. «¿Quién es el ciudadano Rakovsky?», preguntó una voz. «Soy yo, ¿qué quieres?» -«Sígueme».
Me condujeron por el pasillo a una pequeña habitación, pero frente a la puerta me ordenaron: «¡Manos arriba!» Y sólo después de registrar mis bolsillos me introdujeron en la habitación.
¿Qué buscaban? ¿Armas, folletos? Me soltaron a las cinco. Ivan Nik, que fue sometido al mismo procedimiento que yo, fue retenido hasta altas horas de la noche. Pensé: «Han perdido la cabeza», pero no sentí odio, sólo vergüenza por nuestros propios camaradas. La carta de Nina debió permanecer en sus oficinas debido a la tradicional lentitud burocrática.
En mi carta de ayer sobre el proyecto de programa de la Comintern, omití dos hechos. El problema relativo al partido obrero y campesino está en realidad relacionado con tu carta anterior. En cuanto al Este, no sé lo suficiente al respecto. Sé que en Rumanía, por ejemplo, para participar en las elecciones, el partido comunista, que no tiene existencia legal, se presenta bajo la bandera del «bloque obrero y campesino». Ni que decir tiene que debemos oponernos enérgicamente a cualquier intento de sustituir ideológicamente el comunismo por una nueva, pero en realidad vieja, mezcla de ideología pequeñoburguesa y obrera-campesina. El proyecto de programa es una oportunidad para revelar esa sustitución.
El segundo hecho que he pasado por alto se refiere a la falta de análisis y énfasis en la situación política internacional. Ya he señalado que, en la cuestión de los antagonismos anglo-americano y japonés-americano, en general, se trata de antagonismos, por así decirlo, históricos, que, en la fase de los conflictos, se convierten en guerras.
Junto al antagonismo entre la URSS y los países capitalistas, no se puede dejar de mencionar el intento (con éxito parcial) de posponer los conflictos capitalistas internacionales y de concentrar la atención en la lucha común contra nosotros.
Locarno y la propuesta de Kellogg. Las alianzas y los tratados de no agresión (el último entre Turquía e Italia) que, por necesidad, se dirigen contra nosotros. El análisis de esta relativa estabilización política del capitalismo en lo que respecta a la URSS no está hecho. El pasaje relativo a la revolución en el Este, en los países capitalistas y semicapitalistas, adolece quizás de ser demasiado esquemático, porque le falta el análisis de la Revolución china. Como es muy general, me parece que así abarca tu punto de vista.
Me sorprende la poca atención que nuestra prensa presta al desempleo. A veces observo que en esta gigantesca y cada vez más numerosa masa de personas que no reciben el subsidio de desempleo y que se ven reducidas a vivir en la miseria (en el verdadero sentido de la palabra), se está produciendo una cierta desintegración del estado de ánimo. La burocratización, el desempleo y el alcoholismo son las tres minas que harán estallar nuestro edificio socialista si no se les pone freno a tiempo.
Abrazos para ti y para todo el mundo.
Ton Khristian
P.D. Mi carta a Belob era un resumen de mi carta a Preobrazh. Mi correspondencia con este último había continuado y le había enviado otras dos largas cartas sobre este tema.