III InternacionalInternacionales

La fundación de la Internacional Comunista

Diego Farpón

El 4 de marzo de 1919 los delegados Rakovsky, Gruber, Grimlund y Rudnyanszky, hicieron la siguiente propuesta:

“Los delegados del Partido Comunista de la Austria Alemana, del Partido Socialdemócrata de Izquierda de Suecia, de la Federación Socialdemócrata Revolucionaria de los Balcanes y del Partido Comunista de Hungría proponen una moción para fundar la Internacional Comunista.
I. La necesaria lucha por la dictadura del proletariado requiere una organización internacional homogénea y unida de todas las fuerzas comunistas que se sitúan en esta plataforma.
II. La fundación es aún más necesaria porque ahora se está haciendo un intento en Berna, que puede repetirse en otros lugares en el futuro, de revivir la vieja y oportunista Internacional y de volver a reunir a todas las fuerzas confusas e indecisas del proletariado. Es necesaria una ruptura brusca entre las fuerzas proletarias revolucionarias y los socialtraidores.
III. Si la conferencia reunida en Moscú no fundara la Tercera Internacional, daría la impresión de que los partidos comunistas están divididos. Esto debilitaría nuestra posición y aumentaría la confusión en las fuerzas indecisas entre el proletariado de todos los países.
IV. Por lo tanto, la constitución de la Tercera Internacional es una necesidad histórica absoluta y la Conferencia Comunista Internacional reunida en Moscú debe hacerla realidad”.

El texto que sigue fue la defensa que llevo a cabo Rako para la fundación de la Internacional Comunista. Como ya sabemos, la moción fue aprobada de forma mayoritaria, con la excepción del Partido Comunista Alemán: el 4 de marzo nació, pues, la Internacional Comunista.
Textos de The Communist International in Lenin’s Time. Founding the Communist International. Proceedings and Documents of the First Congress, March 1919, New York, Pathfinder, 1987, p. 167 para la moción y p. 177 para la intervención de Rakovsky.


Se puede establecer una analogía entre la posición de los actuales delegados comunistas alemanes y la de Ledebour. Cuando se trataba de autorizar o no los créditos de guerra, Ledebour dijo que se oponía a votar. No quería verse obligado a tomar una decisión que se considerara tomada bajo presión del exterior. Prejuicios como este miedo a lo que pueda decir la opinión pública sobre las presiones extranjeras eran frecuentes en la Segunda Internacional. Ya es hora de liberarse de estos prejuicios.
La fundación inmediata de la Tercera Internacional es necesaria también por otras razones. No hacerlo ahora despertaría la sospecha en el resto del mundo de que los comunistas no pueden ponerse de acuerdo entre ellos. Además, muchos estarían justificados para interpretarlo como un voto de desconfianza hacia la república soviética, y eso tendría consecuencias morales y políticas de gran alcance.
En cuanto a la cuestión práctica de que no todos los partidos están representados aquí, hay que señalar que a este respecto la situación no era mejor cuando se fundó la histórica Primera Internacional. Los partidos no estaban más representados entonces que ahora. Lo importante es dar dirección a la Internacional. En su mayor parte, es decir, en lo que respecta a la lucha de clases y a la expropiación directa de la tierra y del capital, todos están de acuerdo. Por lo tanto, sería desaconsejable renunciar por motivos formales a fundar inmediatamente la Tercera Internacional.