Élisabeth Dmitrieff sobre la Comuna de París
Diego Farpón
Élisabeth Dmitrieff llegó a París por petición del propio Karl Marx ante la proclamación de la Comuna. El Moro veía en ella alguien de confianza a través de quien informarse sobre lo que estaba ocurriendo de primera mano.
Pero esta rusa que contaba apenas 20 años no iba a conformarse con informar al Moro, sino que iba a jugar un papel trascendental, constituyendo, junto a otras revolucionarias, la Unión de Mujeres para la defensa de París y la ayuda a los heridos: la sección más grande de la I Internacional.
En esta carta, escrita el 24 de abril de 1871 a Hermann Jung -aquel que unos meses más tarde presidiría la Conferencia de Londres de la I Internacional-, en mitad de la existencia de la heroica Comuna, nos retrata cómo fueron aquellos días.
Tomada de К. Маркс, Ф. Энгельс и революционная Россия, М., Политиздат, 1967, p. 189-190.
París, 24 de abril de 1871
¡Mi querido señor!
Es imposible enviar cartas por correo: toda comunicación está cortada, todo cae en manos de los versalleses. Serraillier, que acaba de ser elegido miembro de la Comuna y con buena salud, ha enviado siete cartas a Saint-Denis, pero no parece que hayan sido recibidas en Londres. Te envié un telegrama desde Calais y una carta desde París, pero desde entonces, a pesar de todas mis búsquedas y preguntas, no he podido encontrar a nadie que vaya a Londres. ¿Cómo puedes permanecer allí inactivo mientras París está al borde de la destrucción? Es necesario agitar por todos los medios en las provincias para que vengan en nuestra ayuda. La población parisina (una parte de ella) está luchando heroicamente, pero nunca pensamos que nos encontraríamos tan aislados. Sin embargo, hasta ahora hemos mantenido todas nuestras posiciones. Dombrowski está luchando bien, y París está realmente en un estado de ánimo revolucionario. No hay escasez de alimentos. Ya sabéis que soy pesimista y lo veo todo de forma sombría, así que me he preparado para morir en las barricadas uno de los próximos días. Se espera una ofensiva general. – Personalmente creo que todo depende del azar.
Estoy muy enferma, tengo bronquitis y fiebre. Trabajo duro, estamos levantando a todas las mujeres de París. Estoy convocando reuniones públicas. Hemos creado comités de mujeres en todos los distritos, en los mismos locales de los ayuntamientos, y además un Comité Central. Todo ello con el fin de fundar una Unión de Mujeres para la defensa de París y para ayudar a los heridos. Estamos estableciendo vínculos con el gobierno, y creo que las cosas saldrán bien. ¡Pero cuánto tiempo se ha perdido y cuánto trabajo me ha costado! Tengo que hablar todas las noches, escribir mucho, y mi enfermedad se agrava cada vez más. Si la Comuna gana, nuestra organización pasará de ser política a social y crearemos secciones de la Internacional. Esta idea tiene un gran éxito y, en general, la propaganda internacional que hago para mostrar que todos los países, incluida Alemania, están en vísperas de una revolución social, es muy bien recibida por las mujeres. Entre tres y cuatro mil mujeres asisten a nuestras reuniones. La desgracia es que estoy enferma y no hay nadie que me sustituya.
La Comuna va bien, sólo que se cometieron muchos errores al principio. Hace 15-20 días Cluseret fue nombrado, a pesar de toda nuestra agitación contra él. Ahora Malone ya se está rasgando las vestiduras por no haberme escuchado. Cluseret será detenido en los próximos días.
No se llegó a tiempo a los campesinos con un manifiesto; creo que no se redactó en absoluto, a pesar de mi insistencia y la de Serraille. El Comité Central no renunció inmediatamente a sus poderes, hubo todo tipo de historias que debilitaron a los partidos. Pero desde entonces las cosas se han organizado con más firmeza. En mi opinión, se está haciendo todo lo posible. No puedo hablar de ello con demasiado detalle, pues temo que los hermosos ojos de Monsieur Thiers puedan mirar esta carta, ya que todavía es una incógnita si el portador de estas líneas, el editor suizo de Basilea, que me trajo noticias de Utin, llegará a salvo a Londres.
Estoy sin dinero. Si has recibido mi dinero, intenta enviarlo con otra persona, pero no por correo, ya que de lo contrario no llegará. ¿Cómo estás? Siempre pienso en todos vosotros en mi tiempo libre, aunque no tengo mucho. Te doy la mano a ti, a tu familia y a la familia Marx. ¿Qué está haciendo Jenny?
Si la situación en París no fuera tan crítica, me gustaría mucho que Jenny estuviera aquí: hay mucho que hacer.
Liza
Con Malon y Serraillier rara vez me encuentro; cada uno de nosotros está demasiado ocupado en su propio campo.