Circular de noviembre de 1846
Hermanos (1):
Habiéndosenos encargado de la alta dirección de nuestros asuntos, creemos de nuestro deber hacer llegar a vosotros la siguiente carta, y os rogamos que le prestéis la mayor atención y el debido respeto.
1. Si nos fijamos en la situación actual de Europa, y especialmente de Alemania, no podremos dudar un momento que las ideas sociales y. comunistas consiguen los progresos mas satisfactorios y que ningún partido puede encontrar eco si no hace más o menos hincapié en la transformación de la sociedad actual. Nuestra misión debe ser espolear el grandioso movimiento de nuestro tiempo y encauzarlo en la medida de nuestras fuerzas, pues sólo de ese modo lograremos formar un partido potente y dar la batalla victoriosamente a nuestros enemigos. Desgraciadamente, hasta hoy no ha ocurrido así; unidos en la aspiración de combatir el orden o, por mejor decir, el desorden actual, no lo estamos en cambio en cuanto al modo cómo hemos de combatirlo. Al principio creíase que nuestra actuación debía consistir en construir sistemas comunistas y sociales, pero pronto se vio que se seguía un camino falso y, afortunadamente, hoy se va abandonando ya casi por completo esa manía sistemática; no obstante, nuestras fuerzas siguen desunidas, nuestras relaciones con el partido religioso y con la burguesía radical no se han puesto en claro todavía, aun es la hora en que no se ha levantado una sencilla profesión de fe comunista que pueda servir a todos de norma, y así nos encontramos con que en muchas localidades, en vez de ayudarnos eficazmente unos a otros, nos estorbamos recíprocamente. Pues bien, es necesario a todo trance poner remedio a este mal, y como ello no podría conseguirse por medio de cartas, convocamos un congreso para el 1º de mayo de 1847. Todos… deben enviar a este congreso un delegado; aquellas localidades donde sólo exista una comuna deben unirse con otras que estén en idénticas condiciones, para elegir entre las dos, de su seno, un representante. Os encarecemos la necesidad de no elegir más que a delegados que conozcan bien las orientaciones de su localidad y que puedan, por tanto, representarlas en sus intervenciones; los días que dure el congreso correrá de nuestra cuenta el alojamiento y la comida de los delegados. Este congreso puede ser el precursor de un congreso general comunista que se celebre en el año 1848 y al cual se invite, de un modo público, a los partidarios de la nueva doctrina en todos los continentes. Esperamos que para ese día habremos alcanzado la unidad y la fuerza necesarias para imprimir a todos los asuntos la debida orientación.
2. Ya tendréis noticia de que, no sólo en Alemania, sino también en Bélgica y otros países, el partido radical se separa públicamente del viejo y vacuo liberalismo, levantando bandera propia. La pequeña burguesía, desplazada más y más, con cada día que pasa, por la alta aristocracia del dinero, cada vez más pujante, ve acercarse a pasos agigantados su ruina; ella es la que forma principalmente ese partido, que no sólo no está reacio a una reforma social -en Alemania y en Francia las cosas no están todavía tan avanzadas-, sino que reconoce públicamente su necesidad. A nuestro juicio, las circunstancias actuales hacen deseable y necesaria una inteligencia del proletariado con ese partido. Creemos, por tanto, que debemos procurar en todas partes entrar en relación con los radicales, aunque sin ceder en nada de nuestros principios; que debemos aspirar a demostrarles que no está ya lejos el día en que también ellos se verán empujados a las filas proletarias y que sólo por medio de una reforma social podrán esquivar su ruina. Si somos capaces de llevar adelante una inteligencia de la burguesía radical con el proletariado, pronto se abrirá una nueva era, tan grandiosa, que no tendrá paralelo en la historia. ¡Manos, pues, a la obra, hermanos!
3. Las esperanzas que ciertos comunistas ponían en los católicos alemanes y en los iluministas no parecen realizarse. Nosotros jamás ciframos la menor ilusión en ello: querer apuntalar un edificio viejo y podrido es trabajo en balde. Procurad, pues, traer de nuevo al buen camino a cuantos hasta ahora encauzaron en ese sentido sus aspiraciones. No miremos demasiado al ayer y convenzámonos de que las formas del viejo mundo que cohíbe el espíritu del corazón humano no podrán ser trasplantadas al mundo nuevo; no, eso no es posible.
4. Os llamamos la atención acerca de los manejos de los fourieristas y os intimamos a que dondequiera que se manifiesten esos hombres vanos les salgáis al paso, y vigorosamente. De suyo no tienen nada de peligrosos, pero disponen de dinero, envían a todas partes emisarios y se esfuerzan primordialmente por desfigurar el comunismo; por eso no podemos seguirlos ignorando por más tiempo, sino que debemos atacarlos públicamente. Su ridícula pretensión de hacerse pasar por los verdaderos cristianos, sus instituciones militares y su sinnúmero de leyes, su asociación de capitales para hacer atractivo el trabajo, brindan elementos sobrados para combatirlos. En su necia adoración de Fourier y de sí mismos no comprenden que con su reglamentación de todas las relaciones de la vida humana privan a los hombres de toda libertad y los convierten en plantas de estufa, de las que nada bueno puede esperarse; no comprenden que toda la aspiración de los tiempos actuales tiende precisamente a emanciparse de las innumerables trabas de las leyes y los reglamentos, en que los hombres de hoy se revuelven como las moscas apresadas en una tela de araña, y pretenden imponernos nuevas trabas, por si las existentes fuesen pocas. Los infelices nos hablan de medios para hacer atractivo el trabajo y no parecen darse cuenta que en una sociedad basada en las leyes naturales, el trabajo, que es función de vida y manifestación vital del individuo, no necesita de medios que lo hagan atractivo, ya que el trabajo mismo es de por sí lo mas atractivo que hay en el mundo.
5. Queremos dirigir vuestra atención muy especialmente a los manejos del partido cristiano-germano-prusiano. Los secuaces de este partido del jesuitismo protestante son los oscurantistas de los tiempos presentes; incapaces de combatir con su espíritu y sus enseñanzas sin corazón las aspiraciones jóvenes y fuertes, pero resueltos a mantener a los pueblos a todo trance en la esclavitud, no saben mas que gritar; !policía!, !policía! Y cuando no consiguen lo que desean, pretenden alcanzar sus fines tergiversando los principios sociales o sembrando recelos contra las personas que difunden estas doctrinas. Es menester arrancar a esos sujetos la careta detrás de la que se ocultan, para que la gente vea su verdadera faz y retroceda aterrada ante ella. Toda su aspiración se cifra ahora en reclutar partidarios entre el proletariado, en sembrar la discordia en nuestras filas, para, en caso de revolución, levantar un ejercito popular, que, como los vendeanos de 1792, declaren la guerra, en nombre de Dios y del Redentor, a las ideas de la justicia. Hay que salir al paso de esta maniobra, si no queremos que corran ríos de sangre. Mas no creáis que la cosa es fácil, pues esas gentes cuentan con la protección de los gobiernos, de los curas, del dinero y de la policía; ya han fundado en Berlín, Hamburgo, Stuttgart, Basilea, París, Londres, etc., asociaciones cristianas de artesanos, que mantienen entre sí constantes relaciones, envían a obreros de emisarios y, si necesario es, no tienen inconveniente en ponerse careta de comunistas para ganar adeptos; es necesario, pues, desenmascarar a esas gentes, sin perdida de momento, en todos los periódicos que podamos (sigue una larga descripción de la situación en Londres y de los manejos de Bunsen, embajador prusiano en esta capital, para fundar asociaciones cristianas de artesanos que contrarrestasen las organizaciones de los comunistas).
Os invitamos, pues, a que salgáis al paso de las maniobras de esos oscurantistas del modo mas enérgico, no sólo en vuestras localidades, sino previniendo también a cuantos obreros se trasladan a Londres contra los manejos de esos jesuitas protestantes…
Como veis, hermanos, el trabajo no falta; ¡arriba, pues, quienquiera que seáis, poneos en pie! Que la justicia y la verdad sean vuestros gritos de guerra; hagamos frente sin miedo a los enemigos de la humanidad, y estad seguros de que cuanto mas dura sea la lucha más esplendida sera la victoria.
6. Exigimos de vosotros que cada dos meses nos enviéis un informe detallado acerca de los progresos experimentados y de los sucesos ocurridos durante ese tiempo. Cuatro semanas después de recibir esos informes se enviará a todas las localidades una memoria reseñando los progresos generales y los acontecimientos más importantes; en ella se transcribirán, además, literalmente, los pasajes verdaderamente interesantes de cuantas cartas se reciban.
Esperamos que os someteréis estrictamente a nuestras instrucciones; nosotros cumpliremos con nuestro deber y haremos cuanto esté en nuestras manos, pero exigimos de vosotros que hagáis lo mismo. Si en alguna localidad ocurriese algo importante se nos debe informar sin perdida de momento, para que podamos adoptar sin dilación las medidas oportunas.
7. Os rogamos que a partir de ahora dejéis a un lado todas las escisiones, si alguna existiera entre vosotros, que estrechéis vuestras filas para luchar contra el enemigo común y no perdáis nunca de vista que la unidad hace la fuerza.
Las discrepancias de criterio serán discutidas y resueltas en el congreso; entre tanto, no hay más que esperar. Todos aquellos hermanos para quienes nuestra causa sagrada lo sea, comprenderán, sin duda alguna, que no es este momento de destacar personalismos, sino, por el contrario, de darlos al olvido; alerta, pues, apretad firmemente vuestras filas, y si entre vosotros hubiese alguno para quien la persona este por encima del triunfo de nuestros principios, alejadle de junto a vosotros lo antes posible.
8. Os rogamos que inmediatamente de recibir esta carta nos enviéis un informe detallado acerca de la situación en vuestra localidad, para que, con los elementos de juicio necesarios, podamos crear la organización más general y más sencilla que nos sea posible.
9. Os suplicamos que procuréis ayudar en la medida de vuestras fuerzas al periódico de Suiza, siendo de parecer que el próximo congreso decida dónde y de qué modo se ha de crear el órgano general de nuestro movimiento.
10. Siendo indispensable que todo el mundo conozca detalladamente nuestra actual situación, os rogamos que pongáis a debate en todas las comunas las tres preguntas siguientes:
Pregunta 1: ¿Cuál es la actitud que guardan entre sí el proletariado y la alta y la baja burguesía? ¿Es aconsejable que lleguemos a una inteligencia con la baja burguesía o burguesía radical, y en caso afirmativo, de que modo podría lograrse esa inteligencia del modo mas fácil y seguro?
Pregunta 2: ¿Cuál es la actitud del proletariado frente a los diversos partidos religiosos? ¿Es posible y aconsejable una inteligencia con algunos de estos partidos, y, caso afirmativo, de qué modo podría conseguirse esa inteligencia del modo mas fácil y seguro?
Pregunta 3: ¿Cuál es nuestra actitud ante los partidos sociales y comunistas? ¿Es posible y deseable la unión general de todos los socialistas, y, si lo es, de qué modo podría realizarse esa unión del modo mas rápido y seguro?
Os rogamos que, ante todo, meditéis maduramente estas tres preguntas en los respectivos…, para que la mesa de todas las comunas pueda encauzar debidamente la discusión que se haga acerca de las mismas. No entramos en el análisis detenido de estas preguntas porque, antes de inclinarnos en ningún sentido, queremos conocer el parecer de los afiliados; sin embargo, por los puntos 2, 3 y 4 podéis deducir nuestra actitud ante las actuales circunstancias.
Una vez discutidas las anteriores preguntas, os rogamos que nos hagáis conocer sin demora las opiniones y los deseos de los afiliados.
Seguros de que apoyaréis con todo celo y decisión nuestros deseos, os saludamos a todos fraternalmente.
(1) Extraído de Marx y Engels, biografía del Manifiesto Comunista, Compañía General de Ediciones, México, 5ª edición, 1969, pp. 360-365.