La OposiciónPreobrazhensky

Preobrazhensky frente a los problemas del partido en el XI Congreso

Entre el 27 de marzo y el 2 de abril de 1922 tuvo lugar el XI Congreso del partido bolchevique. Preobrazhensky denunció el declive del partido así como errores en distintos ámbitos. También enfrentó la acumulación de cargos en manos de Stalin.
Nos puso sobre la pista, una vez más, Pierre Broué, quien en el partido bolchevique señala lo siguiente: “(…) en el XI Congreso solo Preobrazhensky había preguntado cómo un solo hombre, en un régimen soviético y en el seno de un partido obrero, podía acumular en sus manos funciones y poderes de tal envergadura” (p. 223).
Tomado de: Протоколы Одиннадцатого съезда РКП(б), Москва, Партиздат, 1936, pp. 87-91.

Diego F


¡Camaradas! Comenzaré con la cuestión del nombre de ese peculiar sistema económico que formamos después de salir del período del «comunismo de guerra». En mi opinión, en nuestro partido no existe una comprensión clara sobre esta cuestión.
El camarada Lenin llamó capitalismo de Estado al sistema económico que tenemos. Creo que, si el camarada Bujarin estuviera aquí, desde luego, se opondría a esto de la manera más categórica. Pero no es necesaria la presencia del camarada Bujarin para decir y demostrar aquí que esta terminología es engañosa y extremadamente desafortunada. El hecho es que el concepto de capitalismo de Estado, como muy bien ha señalado el camarada Lenin, siempre ha estado claramente asociado por nosotros a un determinado sistema de capitalismo.
Dado que hemos entrado en un sistema muy peculiar, bajo el que tenemos la dictadura del proletariado y tenemos en nuestras manos el poder estatal y la gran industria, pero al mismo tiempo llevamos a cabo toda nuestra actividad económica sobre la base del mercado, teniendo por un lado el mercado a través del cual se regula la economía, por otro lado el Gosplan, y junto a él el Gosbank, que intenta y debe ejercer una influencia reguladora sobre el mercado y sobre el proceso económico, tenemos ante nosotros una combinación extremadamente compleja de determinadas relaciones socialistas, que debemos tener en cuenta y, en mucha mayor medida, relaciones mercantilistas-capitalistas.
¿Cómo llamar a este sistema económico original, que no ha existido en ningún otro lugar? Llamarlo capitalismo de Estado sería utilizar un término que se refiere a un concepto completamente diferente. El camarada Lenin dijo que en los libros solíamos escribir sobre el capitalismo de Estado bajo el capitalismo, pero tenemos el capitalismo de Estado bajo el comunismo -esto es, por supuesto, una «errata del lenguaje»-, pero, en cualquier caso, tenemos una formación completamente nueva, peculiar, para la que el término que se refiere a otro orden social es completamente inadecuado, y que por lo tanto debe ser descartado.
La conclusión es que sería muy útil para nuestro partido, en el que hay el mayor declive en la educación teórica y en el desarrollo teórico de las cuestiones, si prestáramos a estas cuestiones la debida atención, si tuviéramos una discusión partidaria y tomáramos ciertas decisiones.
¿Tiene esta cuestión sólo importancia teórica? ¡En absoluto! Necesitamos una determinada perspectiva en nuestro trabajo. Ahora cada trabajador provincial que trabaja a escala de su provincia ve ante sí ejemplos del capitalismo que renace y es él mismo un representante de la política en la que estamos trabajando y de los brotes del orden social y económico que está surgiendo. Nuestros trabajadores locales necesitan perspectiva, necesitan saber hacia dónde nos conduce objetivamente el desarrollo de las relaciones sociales y cuáles deben ser las formas sociales de desarrollo de las fuerzas productivas en un entorno determinado. No tenemos esta perspectiva.
En todo esto, camaradas, olvidamos que está creciendo una generación más joven que no ha tenido la formación teórica marxista que nosotros hemos tenido. Y en relación con estos jóvenes estamos cometiendo una gran falta al dejar de lado estas cuestiones. Creo que sería muy útil para el Congreso del partido que éste prestara más atención a esta cuestión y, en relación con ella, a la cuestión de alinear nuestro programa del partido con esas perspectivas que constituyen nuestra tarea inmediata.
Paso a otra cuestión. El camarada Lenin ha descrito de forma absolutamente correcta, acertada y extremadamente clara nuestras tareas inmediatas en las relaciones con el campesinado. Pero creo que después de lo que ha dicho, deberíamos haber discutido la cuestión: ¿qué vamos a hacer realmente en el momento presente y cuáles son las perspectivas inmediatas, qué caminos se están trazando, para que todos los que salgan de este Congreso sepan lo que deben hacer? Considero que el mayor error del Comité Central ha sido negarse a plantear la cuestión de nuestra construcción económica, con lo que nuestro Congreso pierde un tercio de las tareas más importantes que debería tener ante sí.
Unas palabras sobre el trabajo del Buró Político. Camaradas, no voy a hablar del trabajo del Orgburó; no lo he observado. He tenido que observar un poco el trabajo del Politburó, y debo decir que hemos escuchado con gran satisfacción la parte del discurso del camarada Lenin en la que hablaba de la necesidad de separar el trabajo soviético del trabajo del partido en la cúpula de nuestro partido. Sabéis, camaradas, que el peor comité provincial que ha existido nunca es el que se ocupa de las minucias del trabajo soviético, el que en vez de dirigir, de colocar a la gente en determinados lugares, de concederles determinados derechos y de pedirles informes sobre el trabajo realizado, se ocupa de minucias. El camarada Lenin ilustró este hecho con una resolución del Politburó sobre la compra de conservas. ¡Es en el quinto año de la dictadura proletaria cuando vemos tales ejemplos! Por supuesto, gran parte de los discursos que podrían dirigirse en esta dirección son innecesarios después de que el camarada Lenin dijera que nos estamos alejando de dicho sistema. Pero aquí hay una pregunta para la que no he encontrado respuesta; sin embargo, debe haber una respuesta. ¿Quién se encargará de las principales cuestiones de la construcción económica?
A esta pregunta el camarada Lenin no dio una respuesta. Sí dijo algo sobre el camarada Rykov, a quien se decidió imponer ciertos deberes después de haber sido liberado en Alemania de una parte superflua de su trabajo, pero creo que incluso después de esta operación el camarada Rykov no ha adquirido la capacidad de dirigir, de gestionar toda la economía, y de gestionar de una manera artesanal, en las mismas condiciones que el camarada Lenin ha trazado aquí, cuando hay que saber, y si no se sabe, hay que aprender, y para aprender hay que tener tiempo. Debo decir que la gestión del trabajo económico debe ser llevada a cabo por aquellos camaradas que sepan de esta materia. No puede haber nada más mal gestionado y poco rentable cuando en lo más alto del órgano central dirigente hay camaradas que no quieren, no pueden o no tienen el menor deseo de dedicarse a los asuntos económicos. Y estas son las imágenes que hemos visto, y cada uno de nosotros que ha estado en contacto con ese tipo de trabajo lo sabe.
¿Qué conclusión se puede sacar de esto? La conclusión es que la dirección del trabajo económico debe ser confiada a camaradas que deben ser especialmente eximidos de todo trabajo de fideos del Consejo de Comisarios del Pueblo. El camarada Lenin cometió un gran error cuando se ocupó año tras año del trabajo de fideos del Consejo de Comisarios del Pueblo y no pudo dedicar tiempo suficiente al trabajo principal del partido, a la dirección del partido, no pudo dar respuestas oportunas, estando totalmente absorbido por este trabajo de fideos y perdiendo la salud por ello [nota nuestra, DF: Lenin se refería al Consejo de Comisarios del Pueblo como consejo o comisión de fideos. Este consejo tenía como objeto cuestiones menores, que requerían una resolución rápida].
O, camaradas, tomemos, por ejemplo, al camarada Stalin, miembro del Politburó, que es al mismo tiempo comisario de dos comisarías. ¿Es concebible que un hombre pueda ser responsable del trabajo de dos comisarías y, además, del trabajo en el Politburó, en el Orgburó y en una docena de comisiones del Comité Central?
Esta práctica, camaradas, debe ser abandonada. Debemos pasar a un sistema diferente, donde los camaradas sean seleccionados para un determinado trabajo, donde se les invite a ingresar en ese trabajo y a estudiarlo. Es hora de alejarnos de la superficialidad, de ser comisarios sobre los especialistas. Desde este punto de vista, necesitamos tener tres burós organizados dentro del Comité Central: el Politburó, que debe dirigir el trabajo político, el Orgburó, que debe dirigir las cuestiones organizativas, y el Economoburó, que debe dirigir las cuestiones económicas (Lozovsky desde su escaño: esto en el orden soviético). En el orden soviético, camarada Lozovsky, todo irá de nuevo al Politburó y se decidirá por mayoría de dos votos contra uno y dos abstenciones. Me he encontrado con este tipo de fenómenos en cuestiones financieras. Introduces una pregunta… Por supuesto, comprendo que antes de que los camaradas tengan que dar su opinión, deben estudiar previamente la cuestión, pero resulta que si rechazan mi propuesta, entonces las cosas irán mal, y si la aceptan, pueden ir aún peor, porque si la junta se equivoca, si desde el punto de vista de una discusión más cuidadosa de la cuestión, la discusión está mal, ¿qué se puede hacer?
¿Qué hay que hacer? No hay ningún órgano que sea más competente, que desde el punto de vista de la economía pueda corregirlo. La propuesta de someter esto a un órgano soviético no ayudará a la causa, porque todas estas cuestiones seguirán llegando al Politburó a modo de queja, seguirá siendo necesario dar una respuesta, pero no habrá nadie a que la dé si no hay determinadas personas exentas del trabajo de comisario, que estudien la cuestión y tengan así lo que le faltaba al Comité Central en muchos ámbitos: iniciativa. Por eso presento al Congreso del Partido una propuesta, que presenté al Politburó y que fue rechazada por sugerencia de Lenin, de organizar un Buró Económico del Comité Central. Creo que éste es el único medio de llevar a cabo en nuestro centro la tarea de la que hablaba Lenin con respecto a todos los órganos económicos.
Para concluir, diré dos palabras sobre un punto, que es de naturaleza un tanto privada, pero debo detenerme en él. Debo afirmar que en un asunto el Comité Central del Partido ha violado nuestro programa del Partido. Se trata de un documento en el que no suelen fijarse los camaradas que no se dedican a la pedagogía en las escuelas soviéticas, pero esta cuestión es de actualidad: es la cuestión de los especialistas en la enseñanza superior.
En nuestro programa hay un punto que dice que debemos atraer a esta capa a la camaradería, darle un mejor apoyo material, etc., y también hay un punto que dice que el partido no debe hacer ninguna concesión política a esta capa, y lo dice aún más tajantemente. Con respecto a los profesores, en cuyas manos está el destino de nuestra juventud obrera, el Comité Central se ha desviado del programa del Partido, ha hecho una concesión política en un momento en que esta concesión no era necesaria, cuando nos ha perjudicado y ha puesto en una situación difícil a los proletarios de nuestras facultades obreras, que se ven amenazados por esta capa, a cuyas manos pueden entregarse, mediante tal política, las mejores instituciones de enseñanza superior, en las que formamos ingenieros. En este sentido, y sobre la base de la decisión que la conferencia provincial de Moscú adoptó a propuesta mía y de los estudiantes comunistas de Moscú, propongo al Congreso del Partido, como también lo propone la conferencia provincial de Moscú, elegir una comisión especial sobre la cuestión de la escuela superior, compuesta por camaradas eruditos del sector y del propio centro, que examine la cuestión y proponga alguna decisión al Congreso del Partido.