I InternacionalInternacionales

Sobre el intento de asesinato de Utin y documentación de la Alianza

Diego Farpón

Entre los días 14 y 19 de agosto de 1872 Utin escribió la siguiente carta a Eleanor Marx. En ella informa a Eleanor de su situación, tras el intento de asesinato sufrido a mano de los bakuninistas, así como de poseer distinta documentación de la Alianza. Cabe destacar, también, la mención a Élisabeth Dmitrieff, Dmitrieva.
Tomado de the hague Congress of the First International, september 2-7, reports and letters,  Progreso, Moscú, pp. 440-448.


N. B.
Confidencial

Suiza (Thun)

14-19 de agosto, 1872

Mi querida hermana,
Ciertamente, debe de haber algo muy anormal para que haya permanecido en silencio durante tanto tiempo, porque de hecho no he escrito nada durante meses, ni a vosotros ni a nuestro amigo Engels, de quien creo que he recibido dos cartas.
Ayer recibí tu carta dirigida a Ginebra, y para mi gran sorpresa concluí que no sabías nada de lo que me había sucedido; así lo creía, al no haber recibido una palabra de simpatía de ti, hermana mía, en mi triste situación; sin embargo, pensé que la correspondencia entre Londres y Ginebra, aparte de mí, era más frecuente. Es muy triste, veo que uno puede morir o ser asesinado sin que se te informe de ello.
Bueno, hermana mía, estamos recibiendo cosas bonitas de los bakuninistas. Escucha y disculpa la brevedad de mi relato: todavía estoy sufriendo mucho con mi ojo y esta carta me llevará varias sesiones escribirla. Ahora los hechos.
Sabéis que salí de Ginebra para ir en primer lugar a Zurich: 1º para consultar a los médicos, 2º para echar un vistazo a la sección de Zurich (¡una sección muy pobre y débil que no ha podido reclutar a ningún trabajador!). Apenas llegué y me instalé en Zurich y volviendo a casa por casualidad completamente solo y sin revólver a las 23.30 h. el 18 de junio, fui atacado por ocho individuos; intenté defenderme del primer asaltante y lo aparté, pensando que era un borracho o un estudiante alemán que me había confundido con otra persona, y me había puesto de nuevo en camino hacia mi hotel (el Hotingerhof) cuando recibí una lluvia de golpes en la cabeza por detrás y por ambos lados; la lucha duró unos minutos, pero qué puedes hacer solo en la oscuridad contra ocho cuando no puedes verlos; consiguieron empujarme hacia un montón de piedras cerca de un canal en construcción y allí recibí una pedrada en la frente, que me hirió el ojo derecho y la nariz; realmente, estaba a punto de perder el conocimiento y naturalmente ese era el momento que esperaban mis asaltantes para asesinarme, ¡cuando afortunadamente cuatro estudiantes alemanes llegaron al lugar y mis asaltantes se dieron a la fuga!
Fui escoltado por mis salvadores alemanes hasta casa de mi amigo Artus, donde permanecí una semana entera en cama bajo los cuidados de dos oculistas que consiguieron salvarme el ojo, pero… no completamente; mi ojo derecho (era el mejor de los dos) ha sufrido daños internos y esto no tiene cura, ¡de modo que siempre estaré en peligro de perder el ojo como resultado de un esfuerzo, una fatiga excesiva, un choque o un golpe! En la actualidad me duele mucho, la pupila está dilatada, produciendo una neblina -que es el resultado del golpe después de siete semanas de tratamiento ininterrumpido por todos los medios posibles.
Entretanto, solo algunos días después de este suceso, me vi obligado a levantarme de la cama para asistir con mi esposa a la muerte de mi hermano mayor, ex profesor de la Universidad de San Petersburgo, que vino a Zurich para morir de cáncer de pulmón; mi otro hermano, el más joven, Eugene, amigo de Johannard, está amenazado de proceso judicial por un duelo en el que mató en el acto a su adversario, un experto en literatura, por algún asunto político en el que mi hermano era el abogado defensor de un joven condenado a ser deportado por difundir proclamas, ¡y en el que el adversario de mi hermano desempeñaba un papel dudoso!…
Y ahora, ¿quién estaba detrás de este intento de asesinato? ¿Eran agentes del Gobierno ruso, por ejemplo? No, mi querida hermana, eran agentes de Bakunin -te lo digo y te autorizo a repetirlo en cualquier parte. Esos asesinos, cuando me atacaron, me gritaron insultos -en ruso, y con una mala pronunciación rusa– eran serbios; mis testigos, los estudiantes alemanes, reconocieron a uno de ellos; otros ya habían visto a esa banda vigilando a alguien (a mí) desde las diez de la noche cerca del lugar donde ocurrió la escena; otros me han asegurado positivamente que un individuo, que dice ser un polaco llamado Turski, fue uno de mis agresores; este Turski relató todos los detalles del asalto a alguien de tal manera que le será difícil negar que participó en él. Ahora, este Turski es uno de los tres firmantes del Reglamento de la sección eslava de Zurich (no reconocida). Este mismo individuo fue este invierno a Munich con una autorización especial para fundar también allí una sección eslava separatista; me informó de ello un joven polaco, que me escribió que el tal Turski nos había insultado a Marx y a mí en una reunión preparatoria, queriendo convencer a sus oyentes de que la Internacional estaba dirigida por judíos (tema que Bakunin desarrolla en su sátira en el Bulletin jurassienne). Turski no lo consiguió y regresó a Zurich, donde es bien conocido por todos los polacos como un canalla; yo presenté una denuncia ante el Tribunal, aunque no pienso que los burgueses vayan a hacer nada por mí. Mientras tanto, el propio Bakunin se apresuró a venir a Zurich y se pasea por el barrio de los estudiantes rodeado precisamente de estos serbios y de este Turski y de otros individuos de los que el juez instructor tiene razones para sospechar que son mis agresores. Tampoco cabe duda de que Alexandrov desempeñó un papel importante en ello (es un individuo que no hace nada); ha estado en Ginebra y le ha parecido más conveniente ir a montar una pequeña imprenta clandestina (!) rusa en Zúrich, donde algunos serbios que también se presume que son miembros de la banda trabajan (!) para él. Este Alexandrov es también miembro de la banda Nechayev-Guillaume-Bakuninista y como tal me guarda un terrible rencor (Nechayev también está ahora en Zurich, pero no sé nada definitivo sobre sus relaciones actuales con Bakunin). Es probable que Bakunin esté ahí para dirigir alguna nueva trampa; al mismo tiempo, como os habréis dado cuenta fácilmente por el programa publicado en el Boletín, ha fundado una sección polaca disidente en Zurich, seguramente con vistas al número de delegados al Congreso; sería bueno pedir los nombres de los obreros polacos y obtener información sobre ellos al Comité de la sección suiza de Zurich…
Ahí está, pues, el secreto de mi silencio; hace sólo unos días que se me ha permitido escribir y leer, y lo que más lamento es que la fecha del Congreso esté tan próxima. Es muy posible que los bakuninistas me atacasen e intentasen al menos dejarme ciego para que no pudiese hacer contra ellos las revelaciones prometidas en la circular privada sobre el asunto Nechayev. Lo han conseguido en gran parte; ya no puedo soñar con publicar el folleto que pensaba escribir contra ellos; ya no hay tiempo ni para imprimirlo ni para difundirlo ante el Congreso; esto es muy triste, y he aquí lo que me propongo hacer: haré un informe escrito al Consejo general sobre la escisión (sus causas, sus efectos) y sobre todo sobre el principal jefe y motor de esta escisión -Bakunin… Me detuve aquí hace dos días enteros; ya ves que es muy difícil para mí escribir mucho todavía. Intentaré ser más breve.
Adjuntaré a mi informe algunos documentos sobre el asunto Nechayev, el papel de iniciador de Bakunin en él, y la estrecha conexión entre el asunto ruso, la Alianza y las intrigas actuales. ¡Oh, si hubiera tenido tiempo habría hecho de ello un interesante panfleto! Volveré a pensar cómo se puede sacar mayor partido de los documentos que obran en mi poder: uno de mis amigos acaba de mandarme los documentos más valiosos: son el programa y el reglamento secreto de la Alianza secreta organizada por Bakunin en octubre de 1869; en este programa se puede ver claramente toda la estupidez y la villanía de este Heróstrato de la revolución social y cómo ha decidido apoderarse del control de nuestra Asociación Internacional; no me cabe duda de que los documentos tendrán un peso grande, decisivo en la lucha en el Congreso; mandaré copiarlos ahora y tal vez te envíe la copia mañana mismo. Pero te pido la mayor discreción, es decir, que no digas ni una palabra de ellos a nadie, se los entregarás a tu padre y es a él y a Engels a quienes confío personalmente el secreto de que estos documentos provienen de , más tarde veremos cómo arreglamos esto; mientras tanto, pueden leerlos al Consejo general en una sesión secreta y dar fe por su honor de que una parte de estas reglas fue escrita por Bakunin con sus propias manos, otra parte por su mujer, una tercera por madame Obolenskaya, y una cuarta bajo el dictado de Bakunin por uno de mis amigos. Comprenderás que sería escandaloso e imposible denunciar públicamente a Mme Obolenskaya (nos acusarían de ser informadores del Gobierno ruso), pero bastará saber que Bakunin y sus cómplices no podrán negar este reglamento, pues los ciudadanos Marx y Engels declararán que están en posesión de su propio escrito, que exhibirán si es necesario. Con este fin, si tu padre lo considera necesario, le enviaré el original, es decir, las partes escritas de puño y letra por Bakunin y su mujer -pero para ello debes copiar rápidamente lo que te envíe y devolverlo, y entonces te enviaré el original, porque no puedo renunciar a todo de una vez. En general, exijo también que la copia que envío sea copiada, porque sería imposible que nuestros enemigos en el Congreso reconocieran la letra de la copia, siendo esta letra la de una persona que se vería seriamente comprometida si se cometiera esta indiscreción. Por último, no creo que sea urgente ni necesario que nadie sepa que estos documentos proceden de mí -el Consejo general podría muy bien recibir la comunicación de estos documentos de cualquier persona, aunque, por supuesto, en caso de necesidad, no ocultaré el hecho, tanto más cuanto que los citaré en mi informe. Finalmente, confío en tu padre y en Engels, seguro de que sabrán hacerlo de tal manera que no parezca un asunto personal por mi parte, porque así se perdería el efecto. Ahora necesito saber si Engels ha hecho algo en el juicio Nechayev o no. Responde sin demora. Es realmente terrible que el Congreso esté tan cerca y yo esté privado de vista por el momento; por eso me desesperé cuando supe que el Congreso había sido fijado para el 2 de septiembre, cuando estaba seguro de que no sería antes del 17, como siempre. También me entristeció, como a todos nuestros amigos de Ginebra y Zurich, que el Consejo general eligiese La Haya y no Ginebra: habríamos estado seguros de la victoria en Ginebra -ahora no creo que las secciones de Ginebra envíen más que un delegado (¡en lugar de 20 como mínimo!), y no sé quién será. En cuanto a mí, no estaré en La Haya; ni mi salud ni mis medios me permiten pensar en ello. Se necesitarían por lo menos 300 francos, y no los tengo; en cuanto a ser nombrado delegado para Ginebra, como no habrá más que uno, nunca habría aceptado, insistiendo en que fuera un trabajador; y por lo demás, mi ausencia de Ginebra durante estos tres meses bastaría por sí sola para que no fuera delegado; finalmente, y esta es la razón principal, mi garganta se encuentra en un estado lamentable; he estado muy cerca de hacer los preparativos para mi viaje ad patres; ahora espero recuperarme, pero me sería imposible hablar largo y tendido y soportar las fatigas del viaje. Así que no hay que pensar en ello, es muy triste para mí; nuestra reunión se pospone quizás hasta la primavera de 1873, a menos que muera o me asesinen antes -creedme, soy yo quien más pierde, pensaba que sería una verdadera fiesta poder veros a todos de nuevo en Ginebra en este Congreso, que será decisivo, y que, creo, terminará con una sonora ruptura en el seno de nuestra Asociación desgarrada por estos miserables -Oh, si esta ruptura pudiera evitarse, ¡qué no daría por ello!-. Será triste, aunque en última instancia aquellos de los grupos obreros que abandonen nuestra Asociación para dejarse llevar por aventureros peores que agentes provocadores volverán pronto a nosotros, asqueados de estos intrigantes.
¡Qué demonios! No puedo creer lo que ven mis ojos. Me acaban de traer el Journal de Geneve del viernes 16 de agosto, donde un informe de Italia dice palabra por palabra: La Gazetta di Torino informa sobre un congreso de las secciones italianas celebrado en Rimini; se ha fundado allí una federación de las secciones; se ha declarado necesario abolir la familia legal (¡Oh, Bakunin, viejo idiota, te reconozco y te volveré a encontrar!), abolir el Estado, etc., etc.; se ha proclamado la unión económica de los trabajadores de todo el mundo, y «se ha repudiado toda solidaridad con el Gran consejo de Londres por sus intrigas«. Por último, se ha extendido una invitación a todas las secciones revolucionarias europeas para que se reúnan en un congreso internacional el 2 de septiembre en Neuchatel, Suiza -¿Qué dices a eso? El corresponsal dice que la Gazetta di Torino tuvo dificultades para obtener esta información tan exacta, ¡y podéis estar seguros de que estas decisiones se han tomado realmente! ¡Te doy mi palabra! Te parecerá extraño, pero creo que es urgente explicar todo el asunto a… Garibaldi y presionarle para que se pronuncie contra estos aventureros de la banda bakuninista; no creeríais qué influencia tendría la palabra de Garibaldi en un asunto así.
¿Me dirás, verdad, en tus cartas lo que piensas de todo esto y lo que nuestra gente pretende hacer ante tal eventualidad? ¿No piensas que sería mejor que el Congreso se aplazara dos semanas, con el pretexto de que el Consejo general está esperando y da a las federaciones otros quince días para completar el programa del Congreso? Quién sabe, eso podría ser bueno; se conocerían entonces las infames resoluciones de los separatistas y eso, ¿estimularía los esfuerzos de las secciones para enviar delegados al verdadero Congreso? Aunque, por otra parte, este aplazamiento espontáneo también podría irritar a algunas secciones. Pido perdón por estas reflexiones irresolutas, son el efecto de mi actual aislamiento de todos los asuntos. Pronto volveré a Ginebra después de terminar aquí mi tratamiento de garganta y permaneceré allí mientras mi salud me lo permita.
Ahora estoy en las aguas de un pequeño lugar en Suiza donde soy desconocido para todos; en cuanto a ti, te pido que envíes tu respuesta a mi amiga, Mme Olga Levashova, c/o Frau Wittwe Luginbühl, Aeschi bei Thoune (Berna), Suiza, y eso es todo. Madame enviará la carta a mi residencia tan pronto como la reciba. Te pido que conserves esta dirección con cuidado y que no se la des a nadie. Cualquiera puede escribirme a Ginebra, desde donde se reenviarán las cartas.
Debo decirte también que probablemente no recibí una de tus cartas -dices que me pediste mi fotografía, pero no he leído eso en ninguna de tus cartas, de lo que deduzco que la carta se extravió. La última que recibí contenía un relato de los ataques contra Dupont, Johannard y Serraillier, llegó al día siguiente de mi incidente y mi amigo Artus me la leyó lo mejor que pudo.
No olvides saludar a todos nuestros amigos; lo siento por el ciudadano Lafargue y su esposa, a quienes no conozco personalmente pero a quienes he aprendido a estimar por los ataques del Boletín.
Aún tengo que contarte el asunto de Combault. Mi querida hermana, después de una madura reflexión veo que no puedo escribirle directamente sobre un asunto tan delicado en el que está implicado el nombre de una dama muy querida para nosotros. En primer lugar, no le conozco personalmente: sólo he hablado con él una vez en 1868, en una cena, en presencia de Malon. Entonces Hedwig me habló muy desfavorablemente de él (esto debe quedar entre nosotros): ¡parece que en una reunión popular bajo la Comuna Combault pidió la cabeza de Malon y otros traidores y Mme Dmitrieva tuvo la desafortunada idea de defenderle! En general hay que obtener informaciones muy exactas sobre Combault: Longuet, Vaillant y Frankel deben conocerle bien. Así que todo lo que he podido hacer es adjuntarte a esta carta una carta formal sobre Malon y Mme Dmitrieva; puedes hacer el uso que necesites, es decir, puedes, si es necesario y si confías en Combault, entregársela. Espero que esto le satisfaga.
¿Qué más debo deciros? Progreso muy lentamente, ya es lunes 19, no he estado bien estos días: mi ojo y mi garganta han hecho un acuerdo infernal para impedirme trabajar….
En este mismo instante he recibido Tagwacht y la protesta de Bakunin y sus confederados contra la detención de Nechayev en Zurich -(el hecho es cierto, he recibido noticias de Zurich de que es Nechayev y no un serbio como Bakunin quiere hacernos creer quien ha sido detenido). Imaginad lo que dice este miserable mentiroso en su protesta: el Sr. Nechayev nos es completamente ajeno (?!) y no deseamos tener nada en común (?!) con los principios que con razón o sin ella (?!) se le atribuyen; pero en la medida en que es perseguido por el Gobierno ruso que odiamos, es sagrado para nosotros… Así que porque este asesino y ladrón es perseguido por el Gobierno ruso, ¡¡¡debería ser sagrado para nosotros!!! Lamento que Greulich haya sido tan estúpido (no es la primera vez, desafortunadamente) de hablar de él en la Tagwacht como de un hombre de política… Pero permanezcamos en silencio ante las estupideces de nuestros colegas, de lo contrario nunca veríamos el final.
Adieu, mi querida hermana, adjunto en hoja aparte una petición personal mía para ti.
Te deseo buena salud. Si vas a La Haya, sé generosa, escríbeme unas líneas desde allí todos los días del Congreso para darme noticias del mismo. No puedes imaginar cómo latirá mi corazón durante esos días por nuestra Asociación… Pero ya lo he dicho, y está decidido –no estaré allí, me es absolutamente imposible, así que no hablemos más de ello.
Envíame una respuesta rápida a esta larga misiva…. Adieu por el momento, saludos afectuosos a toda tu familia. Me alegra saber por ti que tu padre por fin ha decidido estar presente en persona en este Congreso… No tengo ni idea de cómo están las cosas actualmente en Ginebra, pero lamento que el pequeño Reggis no vaya a estar en el Congreso -sin duda la sección italiana le habría dado un mandato, pero falta dinero.
Estrecho tu mano amiga.

Tu devoto hermano y para siempre
Nicolás